parecía que dándote mis demonios, la carga se hacía menos pesada.
Estaba condenada a amarte pero vi la tormenta y me asusté.
Cerré los ojos y simplemente dejé que esos demonios se apoderasen de mí.
Perdida en mis pensamientos sin encontrar el camino de vuelta a la realidad.
Traté de buscar refugio en tu mirada.
Solo encontré unos ojos vacíos como si les faltara la alegría que antes desprendían.
Entonces entendí que ya no eras la misma persona.
En ese momento solo sentí estar ahogándome cada vez más en mi propia tristeza
como un pozo sin fondo en el que a medida que más profundo caigo
menos veo la luz que se cuela por los agujeros.
Pero siempre acabamos encontrando la luz al final del túnel por muy largo que sea,
los baches y los obstáculos solo nos hacen más fuertes
sabiendo en quién poner nuestra completa esperanza.
A.B.
Foto: David Ortiz
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