Una historia más que real
Hace no mucho tiempo, una niña de siete años llamada Lorena
vivía con sus padres, Javier y Sofía. Estos se peleaban mucho. Una mañana sus
padres discutieron por falta de dinero y Lorena, harta, se fue a su habitación
dejando un rastro de lágrimas que caían por su delicada cara. Sus padres entonces
decidieron distanciarse uno del otro para pensar en lo ocurrido estos años.
Lorena quedó muy afectada y desde entonces no fue la misma. Lorena se fue a
vivir con su madre pero seguía muy afectada y quería que sus padres volvieran a
estar juntos. Al cumplir doce años, su padre fue a verla y como un milagro, su
padre le pidió una oportunidad a Sofía. Desde entonces los tres están felices.
Raúl Sanz y Tania Benito
Hubo una vez un niño que quiso acercarse a un pequeño pozo para recoger agua, pero su madre no le dejó. Poco después el niño desobedeciendo a su madre se acercó al pozo y cayó de morros. El niño viendo que no había posibilidades de que pudiera salir de ese húmedo lugar se acomodó y se quedó allí a vivir durante mucho tiempo. Al cabo de veinte años la madre decidió sacarle de allí ya que sin él no tenía a nadie con quien hablar, sus vecinos ya se habían cansado de escucharla durante aquellos largos veinte años. El niño ya adulto corrió hacia los brazos de su madre y se echó a llorar la madre le dijo: “Ya sabes, a los pozos nunca te has de acercar, que en ellos veinte años te vas a quedar.”
Miriam Alonso y David Hidalgo
Una historia de llaves
Había una vez un castillo. En él, todas las puertas tenían las mismas cerraduras, pero no todas estaban cerradas con el mismo número de vueltas.
Las personas menos importantes como sirvientes y ayudas de cámara tenían la llave de una vuelta, que solo abría las cerraduras que estaban cerradas con una vuelta, como la puerta principal del castillo, el comedor y algunas habitaciones. Otras personas más importantes como los príncipes y ministros del Rey tenían la de dos vueltas, que abría puertas de salas más importantes. Solo el Rey tenía la llave de tres vueltas, aquella que abría todas las puertas del palacio, él era el único que podía abrir la sala del tesoro o sus aposentos. Hasta que un día, un pequeño paje se dio cuenta de que cogiendo una llave de una y otra de dos vueltas se podía abrir los mecanismos de las puertas de tres pudiendo así acceder secretamente a las cámaras del Rey.
Carlota Moreno
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